Juanxo toma horchata con fartons en Alboraia de tarde en tarde y se descojona por cualquier chorrada. Lee, piensa, aprende y transmite con esa mezcla de profundidad y liviandad que sólo conceden el sentido común y del humor. Asiste con su barbour a procesiones y demás festejos populares y se inventa historias sobre los edificios cuando hace de guía turístico para familiares y amigos. Se pone niquis de colores. Pasea como plan. Estudia el idioma valenciano. O dialecto. O catalán. Me la pela. Creo que a él también, aunque nunca lo hemos hablado.
Juanxo se deja barba, se la afeita y se la vuelve a dejar con el mismo desinterés por la cuestión. Juega al fútbol muy bien, con endiablada velocidad. Viene de vez en cuando a Madrid. Sigue cenando en el Vips o en el Ginos de Velázquez. Conoce las distintas categorías de personajes, cuyas diferencias a veces son tan sutiles: véase, el hortera del macarra. Nunca lo he visto fumar. Ah, y es madridista.
Todos deberíamos ser un poco más Juanxo.