Una de las máximas de la sabiduría popular (si es que las masas son capaces de evacuar algún juicio acertado) es que el que vale, vale, y el que no, para ade. Y es que existen profesiones que se pueden llegar a ejercer, bien que mal, cubriendo discretamente el expediente, sin ningún tipo de don especial para ello: es el caso del hombre/mujer del tiquet de la hora, del chófer, del farmacéutico o incluso de algunos futbolistas. Sin embargo, hay otros oficios en los cuales la vocación resulta un factor imprescindible. Y es que Dios a algunos los hace médicos, mecánicos o ¡árbitros!... Mi saludo y apoyo incondicional para estos gremios con los que jamás compartiré hazañas profesionales.
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