viernes, 20 de enero de 2012

Pasear al perro

Vale que en mi familia no hay ninguna tradición canina. Pero eso de pasear al perro a las cuatro de la mañana... no es normal. Lo confieso: estoy preocupado. Últimamente, cada vez que vuelvo de tomarme unas copas con mis amigos, aparco el coche a como mucho quinientos metros de casa y, por el camino, me encuentro como poco a dos tías paseando al perro. No es normal. Quizá es que en mi barrio las mujeres están especialmente encariñadas con sus perros; quizá sea que en mi zona las mujeres son insomnes; quizá ocurra incluso que en Chamberí las chicas que vuelven de fiesta padecen una peculiar borrachera que les lleva a desarrollar esa extraña actitud a tales horas. Pero, por mucho que lo pienso, sigue sin parecerme normal pasear al perro a las cuatro de la mañana. Otros, a esas horas, preferimos dormir.

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