También llamado chupapostes, es una de las lacras de nuestro deporte rey. Nadie como él tan insufrible para la defensa rival, que siempre tiene que dejar a un defensor en el área por si le llega el balón en un pase largo. Pero el chupagoles también resulta insoportable para los de su propio equipo: qué mejor prueba que ver que nadie se acerca a felicitarle por sus rácanas dianas. Eso cuando no se las roba en la línea de gol a sus compañeros... Pero si algo malo tiene el chupagoles es que se considera bueno y piensa que sus goles son de lo más meritorio. Lo increíble es que en el fútbol profesional a este tío se le suele considerar un pillo que siempre sabe estar en el lugar oportuno: junto al poste los noventa minutos, así cualquiera...
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