Dicen que año nuevo, vida nueva, porque cuando llega el uno de enero tenemos unos propósitos maravillosos... que luego nunca cumplimos. Sin embargo, pocas veces reparamos en los buenos propósitos elaborados en agosto en la playa que luego incumplimos desde el dos de septiembre. Eso sí: el uno los cumplimos como campeones. Es la ilusión del primer día. Son propósitos menos sentimentales que los que inspira la Navidad; suelen ir más orientados a mejorar profesionalmente o a saber vivir con mayor calma durante el curso.
Llegaré puntual al trabajo, no vuelvo a fumar, iré al gimnasio dos veces por semana, voy a aprender inglés, voy a echar el currículum para encontrar a lo largo del año un trabajo mejor, voy a ir a clase todos los días, etc, etc. Ya se sabe que lo importante es no perder la esperanza, aunque luego nos dure medio minuto el propósito. ¡Ánimo con el nuevo curso!
Oye, que con esos animos mal vamos eh!!! pero sigue asi con tu blog, está bastante elaborado, que no se deje como un propósito
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Anónimo! No es que no tenga esperanza en los propósitos, sino que me parece que una de las claves para alcanzarlos es no tomárselos demasiado a pecho, porque además... yo, al menos, luego casi siempre me quedo a mitad de camino y la decepción es peor. Pero este año los conseguiremos, jaja! Ánimo con tus propósitos del uno de septiembre! Un saludo!
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