Vengo de pasar unos días en mi querida Valencia, y allí he podido volver a sufrir la famosa marcheta valenciana: camareros que no te atienden, que te traen lo que pides cuando ya te tienes que ir, señoras que te cuentan su vida cuando sólo les has preguntado qué hora es, el "tot menos apurarse"... en fin, la calma propia del Mediterráneo. Por algo existe la expresión "tener horchata en las venas".
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