Vengo de tomar un café con leche y dos tostadas con aceite en el único bar que podía estar abierto un sábado a las 8.30: el de enfrente de la iglesia. El caso es que allí había una de esas geniales conversaciones en las que todo el bar -unas diez personas- participa: unos conocidos y otros desconocidos, todo el que entraba por la puerta era bienvenido a la tertulia matutina. Todo un clásico en el que obreretes, resacosos, el cura, los camareros y la típica happy family que se dispone a hacer un plan de dominguero forman una sola familia -la de España- y opinan en pie de igualdad sobre un tema de esos que siempre está de actualidad.
El tema en esta ocasión era la juventud de hoy en día, otro clásico mayúsculo. Que si pasan más tiempo delante del ordenador y de la tele que estudiando (lo que no se imaginan -pensaba yo- es que en realidad también pasan más tiempo cepillándose los dientes que estudiando, y no precisamente por dedicar horas a la labor higiénico-bucal), que si no llegan a la cama cansados porque no han hecho nada durante el día, que si así luego salen hiperactivos y con medicación, que si ya no hay respeto hacia las personas mayores, que si no saben qué son las tabas o el subbúteo, etcétera.
En definitiva, que ha sido un desayuno muy divertido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario