lunes, 9 de diciembre de 2013

Hasta lueguito



   Algo hierve dentro de mí cuando alguien dice "hasta lueguito". El odio que me genera esta expresión es tan inversamente proporcional al innecesario plus de amabilidad que intenta darle la persona que la utiliza, que no puedo evitar encasillarla automáticamente en el perfil psicológico de blandita, almibarada, pedante, o directamente gilipollas. Prefiero "hasta luego" o el clásico "adiós".

   PD: Tampoco me gustan mucho, aunque por otros motivos que no vienen al caso, las personas que llaman "jefe", en plan colega, al camarero. Sintiéndolo mucho por mi amigo Jaime, que jamás creo que lea esto.

lunes, 22 de abril de 2013

Cuestión de moda

Si en invierno no llevaste abrigo verde militar con capucha con pelos, si en primavera no llevas mechas californianas y en verano no llevas vaqueritos cortos y gafas RayBan de colores, entonces, no eres una mujer cool. Cuestión de moda. Y, sin embargo, yo me sigo quedando con la sencillez de las sencillas.

lunes, 25 de marzo de 2013

Fantasmas


Human kind cannot bear very much reality…

Hoy me he acordado de una anécdota vivida hará cinco años con Juanxo, un gran amigo de esos que podríamos calificar libremente como un descojone de tío. El caso es que por aquellos tiempos yo vivía en mi querida Valencia, la ciudad del Turia, las Fallas, las naranjas, la horchata y los Seat León con lunas tintadas. 

De vez en cuando recibía la visita de algún amigo, al que, como mandan los cánones ciceronianos, había que enseñar la ciudad. En una de esas ocasiones, Juanxo, valenciano de adopción, tuvo a bien acompañarme a enseñarle la ciudad a un amigo. 

De camino a la Plaza Redonda (muy recomendable para los que les gusten las piezas de cerámica) fuimos a parar a una calle que no tenía la menor trascendencia desde cualquier punto de vista. Fue ese el momento en que Juanxo, integrando en su aludida característica de descojone de tío la condición de fanstasma, miró a un edificio de esa calle y, ni corto ni perezoso, sentenció: "y este de aquí es el edificio más estrecho de Europa", lo que causó gran admiración en nuestro improvisado turista, que siempre podrá decir como curiosidad que ha visto el edificio más estrecho de Europa, lo que, como Juanxo me reconoció en un aparte, es una vil mentira.

Podríamos haber pasado por aquella calle sin más, mirando al suelo en silencio. Sin embargo, salimos de allí con una historia, por lo menos, curiosa, aunque no fuera cierta.Y es que sin los fantasmas que se inventan estadísticas, agrandan historias y evocan falsos recuerdos todo sería tan tediosamente real que moriríamos del aburrimiento. Necesitamos a los fantasmas.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Se acabó el cachondeo

Llega un momento en la vida de un hombre en que, de repente, se acaba el cachondeo. Lo que se lleva tanto  tiempo oyendo a los mayores, un buen día, de la noche a la mañana, es un hecho incontestable, del que no cabe huir. Y de repente te ves con dolor en el cuello y cincuenta mil responsabilidades sobre tus hombros y... haces lo que puedes, con mayor o menor acierto, agradando a unos y desagradando a otros (ah, sí, hay que elegir, ya no vale el infantil pensamiento de contentar a todos)... Y llega el momento del cansancio, pero no hay tregua, los problemas siguen ahí, la gente sufre por lo suyo y no te puedes desentender, y renuncias a una vida cómoda que, por otra parte, no es demasiado factible si te quieres llevar algo a la boca y dormir con la conciencia tranquila (no todo va a ser desinterés). En fin, que son las ocho de la tarde de un miércoles de ceniza y estoy hasta los huevos. Ahí dejo, del tirón, mi particular desahogo. Suerte que es noche de Champions...

lunes, 11 de febrero de 2013

Benedicto XVI, el Papa de lo esencial

Se nos va Benedicto XVI. Es un clásico, una especie de exigencia histórica, poner una coletilla detrás del nombre de cada Papa, dos o tres palabras que condensen lo que cada Romano Pontífice ha aportado o supuesto: si León XIII era el Papa de los obreros, el beato Papa Juan XXIII pasó a la Historia como 'il Papa buono' y Juan Pablo II como 'el Grande.' 

Si echamos una ojeada rápida al legado que Benedicto nos deja, llama la atención un hecho: este Papa no ha hecho más que hablar de lo esencial: Jesucristo, el amor y la esperanza, siempre como cooperator veritatis, según su lema, y siempre con una llamativa humildad y honradez intelectual características poco comunes entre los intelectuales. Sus Encíclicas y libros lo atestiguan. Por todo esto, creo que el mejor calificativo para Benedicto XVI es el de 'el Papa de lo esencial.' Gracias por recordarnos lo esencial Benedicto. Te vamos a echar de menos. Otro clásico que se nos va... aunque, gracias a Dios, a la clausura, y no todavía al cielo.