jueves, 30 de julio de 2009

¡Zalata, zalata!


¡El mar, el mar!, es el grito que quiebra las gargantas de los soldados griegos conducidos por Jenofonte -la expedición de los diez mil-, al contemplarlo y comprender que el fin de sus penalidades y su vuelta al hogar están ya próximos. Son barbudos y recios mercenarios curtidos por la guerra a los que ahora les escuecen los ojos porque nunca antes habían llorado. Y ahora lo hacen como niños. Así es el mar. Y pensar que en dos días lo veré de nuevo... Zalata!

miércoles, 29 de julio de 2009

Insultos clásicos (III)

Quién lo iba a decir, pero aquí va una tercera entrega de insultos clásicos, con la inestimable colaboración de JML:

Abrazafarolas, juntaletras, correveidile, gañán, gandul, truhán, garrulo, chano, bribón, flipao, carioco, rufián, friqui, fantasma, mascachapas, rancio, farfollas, sinvergüenza, caradura, mequetrefe, chinchica, fardahuevos, gumias, don nadie, listillo, iluminado, canalla, gualtrapa, mamón y, como diría Esperanza, sindicalista retrógrado piquetero.

martes, 28 de julio de 2009

Papá, que fumo

Otro clásico de las bodas es el de los adolescentes que aprovechan la ocasión para destaparse como fumadores ante sus padres aprovechando el cachondeo generalizado. Es una ocasión que no hay que dejar pasar: pocas veces ve uno a su padre dándolo todo en la pista de baile. Pero para que cuaje lo de fumar delante de los padres es necesario algo un poquito más duro: encenderse un cigarro al día siguiente en el desayuno, como dándole ya carta de naturalidad al asunto. Para eso sí que hace falta valor. Pero si en ese momento no te dicen nada, has logrado tu objetivo: ya puedes fumar cuando y donde quieras.

lunes, 27 de julio de 2009

El vals

El vals es un clásico en toda boda. Es el primer baile de los recién casados, es el primer y probablemente último baile con la suegra y es el momento en el que las amigas solteronas de la novia se topan de frente con su triste realidad: o encuentran ya un novio o se pasarán la vida tomando bollos y haciendo jerseys de punto para los sobrinos...

Envidia francesa


La última exquisitez francesa en su eterno odio a lo español se presenció ayer a nivel mundial: mientras Alberto Contador subía a lo alto del podium de los Campos Elíseos, sonó ¡el himno danés! Qué vergüenza... pero prefieren ponerse rojos al tener que dar explicaciones de un error como éste (dirían que el botón de la D está muy cerca del de la E, o alguna tontería similar) que hacer sonar el himno de España en su más importante acontecimiento mundial. Lo que quizá no se den cuenta es que se dejan en evidencia. Que vayan aprendiendo cómo es la bandera búlgara, porque el próximo año, cuando volvamos a ganar el Tour de Francia, tendrán que variar el "error" para que cuele.

jueves, 23 de julio de 2009

No Sir, but Saint

El otro día me dieron una gran noticia que salió a la luz el pasado 3 de julio. Se trata del anuncio de la próxima beatificación del cardenal John Henry Newman. Este inglés no sólo tuvo la valentía de convertirse al catolicismo en el ambiente hostil al mismo que le rodeaba, sino que abrió la brecha para la conversión de numerosos intelectuales británicos, como Chesterton o Knox. Newman enseña la necesidad de marchar de Canterbury hacia Roma, y el camino más corto y seguro para ello. Se podría decir que Newman se ha convertido en el camino más clásico para volar de Inglaterra a la Ciudad Eterna. Por eso, thank you Saint John Henry Newman!

El abanico

Hace un tiempo hablábamos de la mujer española y sus cualidades. Entonces, hubo algo que se quedó en el tintero, y que ahora retomamos: el abanico. La mujer española y el abanico son inseparables.

El abanico sirve para darse aire cuando el calor es sofocante, pero también sirve para atizar discretamente al marido cuando se está pasando de la raya en una sobremesa. Pero donde de verdad el abanico se convierte en clásico es en la Misa del domingo. Una Misa de verano se distingue por el continuo retintín de fondo que provoca el choque del abanico con las cadenas colgantes de los cuellos femeninos. Y, cada cierto tiempo, dos chasquidos muy seguidos, porque para entretenerse recogen y reabren el abanico de cuando en cuando.

Y mientras, los hombres, por hacernos los hombres, pasando calor... menos mal que mamá o la parienta conocen nuestra oculta debilidad y cada poco acercan su abanico para darnos aire.

lunes, 20 de julio de 2009

Insultos clásicos (II)

A petición de Pepe, un lector de este blog, ofrecemos una segunda tanda de insultos clásicos que no debemos dejar caer en el olvido. Como he tenido que forzar un poco para hacer esta segunda lista, los insultos ni son tan clásicos ni tan buenos, pero sí originales o tan simples que ni nos fijamos en ellos:

Pagafantas, bobo, cantamañanas, necio, fronterizo, borderlain, solovidrio, mesacamilla, disoluta, distraída, desorientada, chincheta, retaco, lelo, lerdo, macrocéfalo, bujarrón, sodomita, bollera, trucha, eunuco, tonto, tonto-lava, empanao, ingenuo, gordopilo, pringao, cornudo, cornamentado, lazarillo, hortera, raro, siniestro, zurdo mental, calzonazos, estirado, sacristán, lolailo, portera…

Bueno, yo creo que ya está bien, ¿no?

viernes, 17 de julio de 2009

El tápergüer


Tan sencillo como una bolsa de plástico, y tan útil como ella, es el envase de plástico al que llamamos tupperware. Por eso me parece que merece unas líneas el táper: por su escondida y, sin embargo, eficacísima labor. Es un elemento fundamental en esas comidas multitudinarias en casa de la abuela, en las que cada uno lleva algo para no hacer trabajar demasiado a la ancianitud. Y ¿qué sería de las excursiones sin él? Y ¿cómo llevaríamos sino un poco de ese plato riquísimo para que lo prueben otros?

Otra cualidad del táper es que no se queja porque le cambien de hogar continuamente: si nos fijamos, cuando llevamos algo en uno, no solemos llevárnoslo de vuelta, y tampoco lo reclamamos, porque basta comprar un helado de limón de tarrina para tener otro. El táper es como los mecheros: casi nunca se compra, porque siempre hay alguien que se olvidó uno en tu casa, y porque tú muchas veces te lo olvidas en la de otros... ¡Qué grandes virtudes las del tápergüer!

martes, 14 de julio de 2009

Echarle cara

Hay gente que le echa bastante caradura a la vida, y la verdad es que muchas veces es gracioso ver a estas personas en acción. Son expertos en romperte la cintura, y te hacen reír por sorpresa. Sirvan como ejemplo de lo que digo dos anécdotas que he presenciado: una ocurrió este último fin de semana y de la otra hará ya unos cinco años.

El pasado fin de semana voy a echar gasolina al coche: en el momento de pagar veo que una cola está abarrotada y la otra vacía. Al fondo, la cajera desocupada dice: por aquí sólo combustible. Aliviado, me cambio de cola y accedo directamente a pagar mis diez euros de diésel. Mientras me da el cambio, la cajera vuelve a decir bien alto: por aquí sólo combustible. Entonces, un tío, más ancho que largo, se cambia de cola y pone su caja de cervezas sobre el mostrador, mientras dice a la cajera: esto es combustible para el cuerpo. El amo. Casi le aplaudimos.

A quien sí que aplaudimos fue al protagonista de la anécdota de hace cinco años. Iba yo paseando tranquilamente por García de Paredes en la soledad y el fresquito de una mañana de verano a primera hora. Al girar por Fernández de la Hoz en dirección José Abascal, veo en mi acera, a mitad de calle, a un barrendero haciendo su trabajo, y al fondo, caminando en sentido opuesto al mío, a una joven. Nos cruzamos ella y yo a la altura del barrendero, que no ha dejado de observar los andares de la moza. Y, apoyándose en su escoba, dice el muy caradura: ese bomboncito que nunca se me derrita. Si hubiera sido un vagabundo lo habríamos invitado a desayunar por lo que nos hizo reír.

Hay que tener cuidado: hay mucho amo que anda por ahí suelto...

lunes, 13 de julio de 2009

Feisbuc y Veinte

A pesar de tener muy poco tiempo de vida, las redes socio-virtuales Facebook y Tuenti ya tienen sus propios clásicos: personas que te agregan y a las que no conoces de nada, mirar todas las fotos del recién ingresado entre tus contactos y luego hacerte el tonto como si no supieras lo que hizo el pasado finde cuando lo has seguido minuto a minuto en sus imágenes, conectarte con la ilusión de que te haya escrito alguien y llevarte el chasco de que sólo te han invitado a una fiesta masiva en una discoteca de moda, y tantos otros.

Uno de los que más me divierte es el de los cuestionarios de Facebook. Ahí hay de todo, y casi todos están elaborados por ociosos sudamericanos a los que se ve el plumero al titularlos con algo así como: ¿Qué tan deportista sos? He llegado incluso a ver uno que dice ¿Qué tan español sos? Dan ganas de contestar: ¿y tú, argentino de m..., me lo vas a decir a mí? Luego los hay más esotéricos, y es que la nueva superstición se encuentra en los cuestionarios de Facebook: ¿A qué edad te vas a casar? ¿A qué edad te vas a morir? ¿Cuándo serás feliz?, etc, etc. A poco que los unas descubres lo parida que son: te casarás a los 30, morirás a los 28 y serás feliz a los 43... pues vale. Pero en fin, para echarse unas risas no está mal.

Luego es curioso ver cómo tíos que sabes de buena tinta que todo el mundo pasa de ellos tienen 700.000 mil amigos, y es que Facebook hace milagros. Precisamente esto último dice mucho de Feisbuc y Veinte: en ellos puedes crearte una vida paralela que no se parezca en nada a la real pero que te haga creer que por fin eres el supermán o la superwoman que soñabas ser. Hasta que vuelves al trabajo el lunes y el jefe te vuelve a poner en tu sitio. Conclusión: Facebook bien un ratito. Pero mejor ir de cañas.

domingo, 12 de julio de 2009

Tomar un cochinillo


No sé por qué extraño motivo siempre que te vas a una ciudad cualquiera de Castilla el plato típico es el cochinillo: será porque a los madrileños lo mismo nos dice Guadalajara que Valladolid. Sin embargo, el lugar en el que seguro que es típico el cochinillo es Segovia. El sábado pasado tuve la suerte de ir con unos amigos a tomar uno a Los Ángeles... de San Rafael.

Tomar un cochinillo en Segovia es continuar España: Velázquez perfectamente podría haber pintado una estampa de la comida que tuvimos y habría colado como del siglo XVII. Mesa grande a la sombra de un árbol del jardín, cacerola llena de sangría en la mesa de apoyo y el cochinillo ahí, en medio, mirando ya abatido a sus comensales.

En estas comidas es inevitable dedicar algunos minutos a hablar del cochinillo e incluso, si la cacerola se vacía, dedicar también un rato a explorar su fisonomía interna. Y luego, comentarios que se piensan pero no se suelen decir, salvo que se rellene la cacerola vacía: de lo que se come se cría, etc, etc.

¡El cochinillo ha muerto... viva el cochinillo!

Recibir un premio

Decía un gran amigo mío medio gaditano que hay dos clases de personas: las que nacen con una estrella en la frente y las que nacemos (me incluyo) con una berruga en los co...jones (todo en sentido metafórico, claro está).

Pues bien, a los que formamos parte de la clase de tropa también nos cae de vez en cuando algún galardón. Me siento orgulloso de decir que este blog ha recibido dos premios que se dan entre los creadores de blogs: Premio Crisálida Literaria (a la imaginación) y Premio Limonada (a la actitud y gratitud). La parte mala de la noticia (para los "berrugas" no todo puede ser perfecto) es que sospecho que este premio lo están recibiendo casi todos los blogs del mundo, porque es un premio en cadena: te premian desde un blog al que han premiado y tú, a tu vez, tienes que premiar a otros cinco blogs. En cualquier caso, creo que no soy el último de la cadena, lo cual me alegra bastante.

Es mi gozoso deber agradecer a Ion (De libros que leo) que me haya nominado para este premio. Sin embargo, yo no voy a nominar a otros cinco por dos motivos: primero, para que ninguno de los que nomine descubra que es el último de la cadena; segundo, porque los premios son para los mejores (salvo que estén politizados, como bien sabe mi amigo Miguel D´Ors) y si todos son los mejores entonces también todos son los peores.

sábado, 11 de julio de 2009

El Padrino

Hay quien dice que El Padrino contiene toda la sabiduría, y creo que no le falta razón a quien lo afirma. Gracias, don Vito, por proteger a la familia. Aquí va alguna de sus lecciones:



Ver una buena peli

Es una experiencia bastante poco habitual: la industria hollywoodiense nos tiene a pan y agua o, mejor dicho, no hace sino darnos pan y circo para nuestros embotados sentidos. Sin embargo, a pesar de ese embotamiento, todavía conseguimos distinguir una mala de una buena película. Y es que una buena peli siempre deja huella.

Una peli buena es la que hace que te hagas un personaje más cuando la ves, la que te hace olvidar las palomitas, la que te hace aguantar las ganas de mear hasta límites nunca sospechados, la que te hace reír y la que te hace llorar... Es muy difícil describir qué es una buena peli sin caer en el tópico. Pero no renuncio a decir que una buena peli es la que te cambia, la que te transforma, la que te muestra una realidad mejor o un modo de cambiarla; en definitiva, la que te hace salir de la caraja mental para entrar en el mundo de los ideales.

Un propósito que no cumpliré: no volver a ver cine basura nunca mais. Bueno, alguna de Stallone de vez en cuando también es sano...

La mesa camilla


No es de recibo que pasados ya los 100 artículos del blog todavía no haya hablado de la mesa camilla. Pido disculpas y doy las gracias a la madre de una amiga que me ha hecho acordarme de este clásico de los clásicos. Pasamos a hacer algunas reflexiones sueltas sobre ella, sin intención de abarcar aquí todas sus cualidades.

Redonda mejor que rectangular, la mesa camilla es de esos muebles que no se compran sino que se heredan. Es más frecuente verla en las casas de campo que en los pisos de la ciudad, aunque en cualquier hogar viene bien.

Si se me permite la comparación, la mesa camilla es como el Cristo de Medinacelli o la Virgen de los Desamparados: encanta y, sin embargo, si le quitas el vestido, descubres que tras ella no se esconden más que amasijos cutres cuyo único cometido es sostener el vestido. Por eso, conviene saber cómo es una mesa camilla por dentro, pero no demasiado para no perder la ilusión: al santo hay que verlo con su vestido de gala o pierdes la devoción. Hasta aquí, con vuestra licencia, la arriesgada comparación.

Ninguna mesa como la camilla para jugar al mus. Para una comida no hay quien la iguale: todos los comensales se ven las caras y todos tienen cerca toda la comida. Por servir, la mesa camilla sirve hasta como insulto (aunque siempre sin superar a su sinónimo solovidrio). Pero lo mejor, sin duda alguna, de la mesa camilla es taparse las piernas en invierno con el mantel y sentir el calorcito del brasero escondido... es casi como volver a ser un niño en brazos de su madre. ¡Qué invento es la mesa camilla! Habría que premiar al que se le ocurrió.

jueves, 9 de julio de 2009

Recolocación

Existe un clásico exclusivamente masculino que inconscientemente se da al levantarse de una silla. Qui potest capere, capiat.

El tomtom


Una de las lacras de la postmodernidad es el GPS, familiarmente conocido como Tomtom. Creo que este aparato más que simplificarnos la vida nos la complica. Siempre habíamos sobrevivido sin él y, por esa curiosa enfermedad que consiste en apuntarse siempre a la última chorrada, ahora todos lo tenemos como algo imprescindible. Hay gente que se lo pone hasta para ir al lugar de trabajo: tan aplastado tienen el cerebro que necesitan una máquina que les diga cómo se va al lugar al que acuden todos los días.

Pero no sólo fomenta la pereza mental, sino que nos hace más individualistas. Ya no bajamos la ventanilla para preguntar cómo se va a tal o cual sitio: tan raros nos hemos vuelto que confiamos más en las máquinas que en las personas. Pero es que aunque las personas que nos indican lo hicieran mal, yo seguiría prefiriendo preguntar, porque también forma parte de la vida que te la jueguen de vez en cuando... ¡Y los mapas! Al menos con ellos teníamos que utilizar un poquito el cerebro para interpretarlos.

Soy consciente de estar dramatizando: todo sea por ilustrar el mensaje a transmitir. Para más ilustración, dos frases reales dichas por un Tomtom:

1. "Gire a derecha e izquierda a la vez"... ¿Cómo se hace eso?
2. "Gire a la derecha inmediatamente"... Pues ya podías avisar un poquito antes, cachondo.

El tío del acordeón

Pocas cosas hay tan molestas y tan frecuentes en este mundo como estar tranquilamente tomando algo en la terraza de un bar y que llegue el tío del acordeón. Además es que tiene el curioso don de llegar en el momento clave de la cita, del negocio o del anuncio que motivó la reunión. Cuando va a salir el tema importante, llega el tío del acordeón y lo fastidia todo. Otra de sus especialidades es que empieza a tocar siempre a dos centímetros de tu oído, sin que tú te dieras cuenta de que se había puesto a tu lado. Más de un infarto habrán provocado estos músicos de la calle. Creo que la única solución pasa por pagarle en cuanto suene la primera nota para que se vaya.

Indurain, Indurain, Indurain

Ya que hemos tocado el tema del ciclismo, conviene no olvidar otro clásico muy español. Se trata de cruzarse a un ciclista en cualquier carretera secundaria y cantarle aquello de Indurain, Indurain, Indurain... Hay dos clases de respuestas por parte de quienes reciben estos ánimos: la de cabrearse al pensar que le están tomando el pelo -como si le dijeran Corre, Forrest, corre- y la de los que se motivan recordando al navarro y se echan la bici a la espalda dando pedaladas con renovada motivación. Y cualquiera de las dos respuestas es correcta, porque cuando lo cantamos combinamos esa mezcla de cachondeillo y de compasión tan propia del carácter español.

El Tour de Francia


Es un clásico del verano el Tour de Francia. Aunque en los últimos años ha decaído la afición en masa por el tema de los dopajes y por la retirada de Indurain, todos tenemos en algún lugar de nuestra memoria histórica el recuerdo de un día cualquiera de julio tirados en el sofá a las cuatro de la tarde, con las persianas medio bajadas por el calor y para facilitar la reunión con Morfeo, delante del televisor viendo el Tour de Francia.

La "tete de la course", las pájaras, el maillot de lunares rojos de Virenque, Riis tirando la bicicleta, aquel guaperas italiano -Cippollini creo que se llamaba- que abandonaba siempre en la décima etapa teniendo el maillot amarillo, los Campos Elíseos, Pantani con su pañuelo y sus pendientes y su particular desgracia, tantas alegrías de Miguelón... ¡y aquella decepción! En fin, no olvidemos perder alguna que otra tarde de este verano viendo el Tour. Nunca decepciona... a pesar de lo aburrido que es.

miércoles, 1 de julio de 2009

Apuntarse a la última

Como ya sabemos, tener buen gusto es cosa de pocos, y las masas son tontas. Por eso, de cuando en cuando hay un personaje, un acontecimiento, un libro, una película o incluso una prenda que se ponen de rabiosa actualidad, y son la mayoría los que sucumben a la moda del momento. El último gran héroe de las masas es Michael Jackson; recordado sólo por sus desvaríos a lo largo de los diez últimos años, ha muerto y, de repente, aparecen fans suyos por todas partes.

No hay que negar que en ocasiones lo que se pone de moda es algo o alguien de calidad: baste como ejemplo la ya pasada moda de la El Señor de los Anillos -genial novela que la moda del momento me hizo incapaz de leer- o, a otro nivel, el actual apogeo de Kaká. Pero, pese a ello, no puedo evitar desconfiar siempre en un principio de las modas, dejar pasar la avalancha y luego ver si efectivamente aquello merece algo de mi tiempo. Con este modo de proceder, creo que mis hijos nunca podrán descojonarse de mí por verme en una foto con ceñidos pantalones de campana, un porro en la mano, una putilla dándome la otra y una multitud hippie alrededor.

No olvidemos que el hombre prudente es el que construye sobre roca. Del que construye sobre arena todos acaban por descojonarse.