Pocas cosas hay tan molestas y tan frecuentes en este mundo como estar tranquilamente tomando algo en la terraza de un bar y que llegue el tío del acordeón. Además es que tiene el curioso don de llegar en el momento clave de la cita, del negocio o del anuncio que motivó la reunión. Cuando va a salir el tema importante, llega el tío del acordeón y lo fastidia todo. Otra de sus especialidades es que empieza a tocar siempre a dos centímetros de tu oído, sin que tú te dieras cuenta de que se había puesto a tu lado. Más de un infarto habrán provocado estos músicos de la calle. Creo que la única solución pasa por pagarle en cuanto suene la primera nota para que se vaya.
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