jueves, 9 de julio de 2009

El tomtom


Una de las lacras de la postmodernidad es el GPS, familiarmente conocido como Tomtom. Creo que este aparato más que simplificarnos la vida nos la complica. Siempre habíamos sobrevivido sin él y, por esa curiosa enfermedad que consiste en apuntarse siempre a la última chorrada, ahora todos lo tenemos como algo imprescindible. Hay gente que se lo pone hasta para ir al lugar de trabajo: tan aplastado tienen el cerebro que necesitan una máquina que les diga cómo se va al lugar al que acuden todos los días.

Pero no sólo fomenta la pereza mental, sino que nos hace más individualistas. Ya no bajamos la ventanilla para preguntar cómo se va a tal o cual sitio: tan raros nos hemos vuelto que confiamos más en las máquinas que en las personas. Pero es que aunque las personas que nos indican lo hicieran mal, yo seguiría prefiriendo preguntar, porque también forma parte de la vida que te la jueguen de vez en cuando... ¡Y los mapas! Al menos con ellos teníamos que utilizar un poquito el cerebro para interpretarlos.

Soy consciente de estar dramatizando: todo sea por ilustrar el mensaje a transmitir. Para más ilustración, dos frases reales dichas por un Tomtom:

1. "Gire a derecha e izquierda a la vez"... ¿Cómo se hace eso?
2. "Gire a la derecha inmediatamente"... Pues ya podías avisar un poquito antes, cachondo.

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