Iba esta mañana andando con mi gran amigo Francis por la universitaria calle de Julián Romea cuando ha ocurrido un hecho bastante gracioso. A unos cien metros y acercándose a nosotros Francis ha divisado a un conocido. En seguida, me ha manifestado su inquietud: "como nos vea, nos tiramos aquí media hora". Y, tras hacerle la cobertura con gran maestría, hemos pasado por detrás de un quiosco en el momento de cruzarnos con él.Y es que a veces es agobiante la actitud de ciertas personas que, al cruzarse por casualidad contigo, te enganchan durante media hora como si no tuvieras nada que hacer. Son los que a la educada fórmula "hola, ¿qué tal?" te contestan contándote con todo lujo de detalles su transitorio estado de ánimo o sus problemas vitales, cuando tú todo lo que pedías es un "bien, ¿y tú?" o al menos un "regular, ya te contaré en otro momento". Dan ganas de decirles: ¿es que no te has dado cuenta de que yo me dirigía a algún sitio antes de cruzarme contigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario