martes, 1 de febrero de 2011

El sol de enero


Ahora que acaba de terminar enero, hablemos de uno de sus mayores encantos, que no es otro que... el sol. Sí. Si nos fijamos bien, el sol no es patrimonio exclusivo del verano ni de la primavera. Enero se hace bastante llevadero gracias a ese sol que aparece al mediodía y que es un reflejo de la esperanza: en medio del frío, salimos de la sombra de un edificio, doblamos una calle, se mueve una nube y... ahí está, el sol de enero, lejano pero suficientemente intenso, que nos da ese reconfortante golpecito de calor en el estómago, que nos deslumbra los ojos de miedo que deja el frío, que nos saca una sonrisa de esas que no suenan... y entonces adquirimos la certeza de que llegará el verano, de que llegará el final de la cuesta de enero o, al menos, de que llegaremos al final del día.

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