lunes, 24 de febrero de 2014

Como dista el oriente del ocaso

Como abogado, una de las cosas que he podido comprobar más de cerca es lo que pesan sobre los hombros de las personas los delitos por los que son imputados, acusados o, finalmente, condenados. Llevan consigo sus delitos a todas partes: les afectan negativamente no sólo en su interior, sino también en los ámbitos familiar, social y laboral. A veces, incluso, aunque no sean finalmente condenados, el daño es ya irreparable, máxime gracias a la rapidez con que los medios de comunicación o personas interesadas se hacen eco a través de Internet de querellas, imputaciones o acusaciones que finalmente desembocan en pronunciamientos absolutorios para los afectados por ellas.

Por eso, me llamó bastante la atención una frase del salmo responsorial de la Misa de ayer, referida a la actitud de Dios con los hombres: "Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos". Aún tentado de alargarme en comentar esta frase, como no soy cura ni teólogo no haré una homilía o una exégesis de ella, simplemente diré que es para disfrutarla. Está claro que la lógica de Dios no es la lógica de los hombres. Para nada. Rompe las cinturas de los jueces, fiscales y abogados de este mundo. Gracias a Dios... nunca mejor dicho.

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