jueves, 5 de noviembre de 2009

El murcianico

No puedo ¡no quiero! irme a la cama hoy sin hablar antes de un clásico que llevo mucho tiempo retrasando. Se trata del murciano o, más familiarmente, del murcianico. Si el otro día le tocaba su turno al gallego, hoy nos centraremos en los nativos de esta región levantina. Como con los gallegos, hablo de mi experiencia personal, que -cosas de la vida- es mucha: hasta veinte amigos murcianos tendré.

El murciano es, ante todo, un hombre de gran corazón, y por este motivo es difícil encontrar en él eso que llamamos pecado original o, mejor, mientras que el pecado original nos ha hecho a todos los hombres soberbios y mentirosos, la huella que ha dejado en el murciano es la de la ingenuidad y la verdad sin tapujos. Difícilmente encontraremos un murciano retorcido: son gente sencilla.

Esa especie de calma infinita en la que viven también tiene sus inconvenientes: a veces es verdaderamente desquiciante la horchata de sus venas; pero no se piense que no trabajan, no son lo suficientemente andaluces como para no pegar ni chapa, aunque tampoco lo suficientemente valencianos como para ser emprendedores.


El murciano es un hombre tranquilo que ama, por encima de todo, su seca tierra, tan maltratada por el gobierno nacional y por la insolidaridad de los gobernantes aragoneses y catalanes -pactos del diablo, pero no ahondaré en el tema-. Pero justo a continuación de su tierra, lo que más ama el murciano es la comida y las historias y chistes verdes y marrones: con estos tres asuntos (comida, verde y marrón) el murciano vibra, se le iluminan los ojos y la cara.

Pueblo de raíces cristianas, el murciano tiene también sus particulares procesiones: me refiero, como no podía ser de otro modo, al entierro de la sardina. Después de toda la cuaresma sin poder comer canne (que así lo diría un murcianico), el pueblo coge una sardina al acabarse los cuarenta días de penitencia y la lleva en procesión hasta un monte. Allí entierran a la maldita sardina y, después, se ponen tibios a jamón serrano y pastel de canne. Si eso no es amor a la comida... ¡Benditos murcianos: sólo te alegran la vida! Quizá ellos, en su sencillez, sean los más sabios.

4 comentarios:

  1. ole! buenisimo! viva el pastelico de cannnnnne!!! x cierto has puesto mcdonalds en lo malo de eeuu?? anda cambialo y todavia te perdono.

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  2. Gracias, Juan. No pongo Mc Donald´s como malo, sino la obesidad, pero lo mejoraré por ti. Un saludo!!

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  3. Conozco poco a los habitantes de la Región de Murcia, me pillan muy a trasmano, pero no me termino de fiar del todo de la gente de Madrid para abajo... ;-)

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  4. Al Neri, gracias por tu aportación. Entiendo tu desconfianza de la gente de Madrid para abajo, pero me imagino que te referirás para los negocios. Para todo lo demás hay muy buena gente por ahí abajo, hombre!! Un saludo!!

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