lunes, 26 de enero de 2009

Los Domingos por la tarde


El domingo acudí a Chamartín para ver al equipo de mis amores. Hay aficiones que sufren sus altibajos, pero una de las cosas más bonitas de la de Concha Espina es su clásica y envidiable imperturbabilidad.

El aficionado del Real Madrid es maduro por edad o por carácter, es enemigo de la intranquilidad. Le gusta ver el partido bien sentado en su butaca. Es amante de las formas: cuando cambian al capitán se levanta y aplaude. Es gozoso ver cómo el aficionado del Real Madrid disfruta haciendo sociedad con los de las butacas de alrededor y, si el equipo gana, hasta se digna invitar a unas chucherías al hijo del vecino de butaca, olvidando así que le perturbó al gritar gol cuando no lo era. Disfruta uno viendo cómo Don Flavio, que acude al fútbol cada domingo desde que era presidente el que ahora da nombre al estadio, pone a caldo uno a uno a los propios jugadores blancos, hasta que uno de ellos marca un gol y entonces: "Ya decía yo que este chico vale oro". Y es que el aficionado del Real Madrid es autocrítico.

El aficionado del Real Madrid es, en definitiva, un aristócrata del fútbol. Y a mucha honra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario