Se van acabando los exámenes de los universitarios españoles y, con su fin, dan comienzo las revisiones. El buen estudiante no es sólo el que estudia mucho, sino el que sabe gestionar sus estudios, y parte importante de esa gestión es dominar el arte de las revisiones.
Algunos consejos para este delicado momento:
-Mentalidad: Piensa que no tienes nada que perder, y que siempre vale la pena ir a las revisiones: si no dan su fruto en el propio día, lo darán en septiembre.
-Prolegómenos: Llama a la puerta y no abras hasta recibir una respuesta. Pasa, estréchale la mano con una sonrisa y no te sientes hasta que te lo diga. Empieza hablando del verano. Suele encajar bien aquí un comentario del tipo: Bueno, ¿ya casi de vacaciones, no? Es importante este toque de educación: le llamará la atención tu caso -¿cómo habrá podido éste suspender, si parece buen estudiante?- porque la mayoría de la gente llega precipitada y olvida estos detalles. Sólo van al despacho a ver qué pasa y a que pase rápido. Tú y yo vamos a lo que queremos, lleve el tiempo que lleve.
-Generalidades:
a) No discutas sobre los contenidos de la asignatura: lo más probable es que el profesor sepa más que tú, y corres el riesgo de cabrearlo. Más bien, procura destacar en términos genéricos lo importante que es su asignatura, más aún en tiempos de crisis, etc, etc.
b) No hables directamente de tu examen a no ser que estés muy seguro de tus posibilidades de remontada numérica. Habla más bien del conjunto del curso y házle alguna pregunta ¡inteligente! sobre una duda que te impide conciliar el sueño.
c) ¿Y entonces no le digo que me apruebe o qué? No te preocupes: si haces lo dicho él mismo va a sacar el tema. Si tarda y te pones nervioso, sugiérelo con una breve frase inacabada que le haga hablar a él; por ejemplo: Bueno, respecto a la nota, no sé cómo lo verá usted... Con lo que te diga, ya verás por dónde van los tiros y si hay posibilidades o no.
-Órdago: si la cosa se pone difícil tira siempre por el lado sentimental: habla con la voz entrecortada como si te fueras a echar a llorar en cualquier momento. Si eres chica, este argumento emocional puede ser definitivo. Comenta el esfuerzo que has puesto, lo nervioso que te pusiste cuando se acababa el tiempo en el examen y, si te ha dado tiempo a repasar el contenido de la asignatura, échale un órdago: examíneme ahora si quiere. Si no te ves con fuerzas, propónle hacer un trabajo de investigación.
-Desenlace: Si has triunfado, enhorabuena. Dále las gracias y no prolongues mucho la situación. Si ves que estás fracasando, retírate a tiempo y como un caballero: nada de quejas de injusticias. En estos últimos momentos nos jugamos el resultado de septiembre. Así que pídele que imparta el curso que viene la segunda parte de la asignatura (luego ni se te ocurra matricularte con él: no hay que perder de vista que el cabrón te ha suspendido), interésate por sus vacaciones, deséale que sean felices, estréchale la mano y véte a despotricar de él a la cafetería de la universidad con algún amigo.
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