
Te enciendes un cigarro y pones una copa al de tu derecha y otra al de tu izquierda. Luego, te sirves la tuya propia. Al cabo de cinco minutos, el de tu izquierda se sirve otra copa con tu botella: es un amigo, lo mío es suyo, piensas. A los tres minutos vuelves a disculparle el cigarro que te ha cogido como si fuera suyo: eso es que hay confianza, te dices, y te haces el tonto. Pero a partir de ese momento, empiezas a vigilar celosamente tus posesiones con el rabillo del ojo. Sonríes, pero ya te está poniendo nervioso.
¿Dónde está mi mechero? Mira tú qué casualidad: ¡pero si está en mi bolsillo!, dice tu nuevo enemigo. Guardas entonces tu paquete de tabaco con cuatro cigarros en el bolsillo. Sabes que, por desgr

Cuando ya no te queda nada, decides observar cada movimiento del de tu izquierda. Entonces descubres una nueva cualidad del gorrón: reparte hábilmente sus peticiones entre todos los presentes, para pasar desapercibido. Y es que éste suele ser uno de sus puntos fuertes: pasar desapercibido. Y lo consigue hasta el día en que se juntan cuatro o cinco amigos suyos y se dan cuenta de que todos están a dos velas por culpa del mismo tío: el que se sienta a su izquierda. Ese día se le ha acabado el chollo, porque la unión hace la fuerza. Amigos del mundo: ¡destapad al gorrón!
Por cierto, lo reconocerás porque cuando ya te estás yendo, es el que te pide un euro para el autobús.
Hi ! This is from Japan.
ResponderEliminarIt's very cool photo!!
Thanks, but is not mine. Japan and Spain are brothers. Best regards for Japan!
ResponderEliminarno me gusta que hables así de romero...
ResponderEliminarHablo de Romero y de todos, porque todos tenemos algo de gorrón, todos lo hemos sido al menos por un día.
ResponderEliminar¿Quién eres, si es que quieres salir del anonimato? Un saludo!