miércoles, 25 de marzo de 2009

Una larga noche en vela

A mi peor enemigo no le desearía la muerte, pero sí que pasara alguna que otra noche en vela... y es que es un clásico verdaderamente tortuoso el de las noches de insomnio.

Te acuestas a la hora de siempre, como un día cualquiera... pero hoy te ha tocado: no hay manera de que te duermas. Te lo tomas con deportividad y coges un libro para que te entre sueño: después de leer cincuenta páginas te das cuenta de que podrías leer El Quijote antes de que se te cierre un ojo. Te levantas: vasito de agua, cigarro en la cocina y otra poquito de agua para suavizar la garganta antes del segundo intento de la noche.

Allá que vamos. Parece que sí... pero justo cuando estás en ese momento dulce entre la vida y la muerte te empieza a picar de forma sobrehumana el talón del pie izquierdo o cualquier otra zona extraña del cuerpo difícilmente rascable. Ya no te lo tomas con tanta deportividad, ¿verdad? Te rascas con fruición la zona del picor, con unos aspavientos tan ridículos que si alguien entrara en ese momento en el dormitorio se acabaría toda tu reputación. El pelo te molesta, y la almohada es cada vez más incómoda. Y así, todo.

Al dar las siete de la mañana decides no intentar dormirte, puesto que has de levantarte a las siete y media. Justo al pensar eso es cuando te quedas dormido... hasta las dos de la tarde. Total: que has perdido la noche y la mañana. ¡Ánimo, hombre, que todavía puedas remontar algo en lo que queda de día... o no!

2 comentarios:

  1. Qué alegría saber de ti Ion. Me hace gracia que el comentario lo dejes en este artículo. Uno no cambia de golpe...qué le vamos a hacer!Un fuerte abrazo!

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