Hoy la cosa va de filósofos y de historiadores.
Es ya un clásico la distinción de Robert Spaemann entre el nihilismo heroico de la juventud nazi-nietzeana y el nihilismo banal, propio de la spot party. Ese heroísmo vacío de comienzos de siglo XX que reflejado de modo estremecedor, atractivo y repugnante a la vez, en la película "Der Triumph des Willens" ("El Triunfo de la Voluntad") de Lenni Riefenstahl: la película de propaganda más espectacular de la historia, sobre el congreso del partido nazi de Nüremberg en 1934. Cuerpos musculosos, alegre camaradería, cantos regio-imperiales, perfiles arios, banderas y pendones al viento, brazos en alto, promesas milenarias para la raza.
Aquellos pobres chicos del Führer terminaron sus vidas supuestamente heroicas en el fango de Stalingrado, calcinados en el interior de un carro de combate, o quién sabe dónde.
Si hubiera que escenificar el nihilismo banal de la juventud postmoderna, bastaría darse un garbeo por el VIPS de Lista. ¿Qué hay detrás de sus sueños y conversaciones? Nada. Como tampoco había nada real y valioso detrás de los berridos de Hitler, ciertamente. Pero la pose de estos spot-muchachos refleja además la moda de su tiempo: la banalidad. Hay un doble vacío en su actitud vital. No cabe ni por un momento la admiración ante el derroche de energía propio del heroísmo. Unos cuerpos de 14 años encierran almas de ancianos descreídos y decepcionados de la vida, antes incluso de haber pasado por la más mínima dificultad. Ji-ji-ja-ja. Cualquier pretensión de seriedad o de trascendencia que no tenga que ver con el ligoteo del fin de semana o la elección de la marca de los calzoncillos, es vilipendiada bajo el anatema del aburrimiento.
Pero esta no es la única alternativa a la juventud manipulada por las ideologías. Hay otros modos de reunirse de la gente, que pueden ser heroicos sin ser destructivos. Esto oímos algunos en Tor Vergata 2000, estremecidos entre el recuerdo de Nüremberg 1934 y la visión de aquella muchedumbre multicolor de Roma:

El jueves 2 de abril habrán pasado 4 años desde que JP II se nos fue a la Casa del Padre.
Íñigo Belabarce
No hay comentarios:
Publicar un comentario