
Este reloj es más antiguo que ninguno y, sin embargo, en su ingenua sencillez, era más completo que casi todos. Marcaba la hora, tenía alarma, cronómetro y una luz muy socorrida y fácil de localizar. Pero su cualidad más importante era la delgadez. Con él podías jugar al fútbol, e incluso adentrarte en una cueva: luego, le quitabas la arcilla con agua -más ventajas, era acuático- y punto. Y qué decir de su sobriedad elegantemente llevada con el color negro, aunque ahora por lo visto los hacen de colores... es la postmodernidad.
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