Desde a quien madruga Dios le ayuda hasta no por mucho madrugar Dios te va a ayudar es capaz de ir el mejor refranero del mundo: el español.
El refranero de nuestra lengua castellana es, sin ninguna duda, un pozo de sabiduría; sí, sabiduría, aunque condensada en poquísimas palabras. Y es que a buen entendedor, pocas palabras bastan. Nuestros refranes reflejan nuestro modo de entender la vida, y unen al más torpe con el más inteligente y virtuoso, creando una conciencia común, asequible para todos.
Desde el agradecimiento de a caballo regalado no le mires el diente hasta el sentido de responsabilidad de a lo hecho, pecho, nuestros refranes transmiten los más altos valores de generación en generación. ¿Quién no ha aprendido la mayor parte de los refranes de labios de su abuela? Y lo bien aprendido, nunca es perdido.
Los refranes tienen, no obstante, un gran enemigo: su uso continuo e indiscriminado. Pero ya se sabe que la corrupción de lo mejor es lo peor. Y como no hay mal que por bien no venga, quizá sea gracias a ese abuso que se han salvado tantos. Y aquí termina el artículo, porque lo bueno, si breve, dos veces bueno.
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