martes, 12 de mayo de 2009

Diálogo postcoital (sin receta)

- Buenos días, señora.
- Buenos días los de Dios.
- Me pone cuarto y mitad de píldora postcoital, sivuplé?
- La quiere de marca Bibi o Trini...
- ¿No lo tiene de marca blanca?
- Lo siento caballero, pero es que se trata de un producto de propaganda política, y no tendría ningún sentido distribuirla sin darle bombo y platillo a las señoras ministras de pro (N.del.T: de progreso, en este caso).
- En fin, es lo que tiene: hay que contribuir a los brotes verdes de olivo de la psicología económica nacional. Supongo que es el precio que hay que pagar en bien de todos.
- Mayormente, caballero.
- Pues nada, con un par: para patriotas yo: póngame dos docenas, como con los huevos- (Si seré caballero que solo los menciono en un obiter dictum, siendo el tema de pelotas...), pensó el caballero.
- ¿Se los envuelvo en látex?
- ¿Mmm? Disculpe andaba en mis pensamientos.
- Si se los entrego envueltos en látex... nos han sobrado del envío que hicimos a África: ya sabe: el látex no se come, y aquella gente se muere de hambre.
- Pues sí, muy inn, qué bien. ¿de colores? Bueno, usted misma, me fío de su criterio. Que no sé si de látex, pero de silicona parece usted saber un rato largo.
- ¿La receta médica?
- No me haga reír, señora, que todos leemos el periódico.
- En fin caballero, ya sabe que esto que le entrego es un producto de diseño que altera los ritmos.
- Le agradezco su preocupación, pero prefiero reservarme los motivos por los que pienso ingerir sus pills.
- ¡¿Cómo?! ¿Acaso maquina seguir usted mismo este tratamiento? Le advierto que no tendría ningún sentido en un varón hecho y derecho como veo que usted lo es- aquí ella se puso insinuante, pero el caballero no se dejó inmutar.
- Descuide, de verdad que es cosa mía. Ya sabe, algunos llegamos a los 40 y todavía hay cosas que no hemos experimentado... Le confieso que mi vida empieza a ser un poco anodina.
- Pero caballero, insisto en que al menos lea las instrucciones de este medicamento. No es un caramelo, ¿sabe?
- Espero que su inquietud se calme ante el bálsamo de este billete de 50. ¿Me alcanza?
- Honradamente, no sé si debo.
- Debe.
- Puede.
- Me consta en acta.
- En fin, caballero, Zapatero sabe más, y al menos es usted mayor de edad... Si iguales para algunas cosas, iguales para todo, que decía mi madre, que en paz descanse. Era un poco avanzada para su época: no necesitó de ministerios de igualdad para alcanzar estas "self evident truths" que dirían en Virginia (si me permite este enrevesado juego de palabras y dobles sentidos). Pero aquí no estamos en Virginia, me temo. Tome, y que Dios se la depare buena.
- ¡Se me ha roto la bolsa de látex!
- ¡Ay, qué contrariedad! Pruebe a tomar la postcoital...


Íñigo Belabarce

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