
Mira, hijo, cuando yo tenía tu edad, no había quien me frenara. El mundo era mío. Ahora yo ya no tengo fuerzas para ésto. Supongo que es ley de vida: hay que dejar paso a las generaciones futuras. Pero déjame que te aconseje algo...
Todo un clásico, sin lugar a dudas, que me sugirió mi amigo Francisco.
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