Hay un clásico que suele ser nocturno. Se trata de ir en coche por la ciudad y con cierta prisa al filo de la medianoche... y toparse en una calle estrecha con el camión de la basura. Cuando uno creía que ya el tráfico no podía ser una molestia, se te plantifica justo delante un enorme y maloliente camión que se para cada 100 metros, siempre en un punto en el que sólo con unos centímetros más hacia delante, hubieras tenido espacio para un adelantamiento que es de justicia. Sólo consuela pensar que son personas las que van a bordo del camión, personas que tienen un trabajo duro y desagradable, pero necesario. Bien lo sabe mi amigo Kiko, un artista que me sugirió todas estas cosas que al menos una vez nos ha tocado vivir juntos.
(Imagen cedida por FMyM)
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